El Problema del Consumidor estudiado en el capítulo anterior buscaba la mejor forma de gastar una renta $m$ en dos bienes, disponibles en el mercado a precios $p_1$ y $p_2$. Comparado con la realidad es un escenario muy sencillo, pero esa simplicidad nos ha permitido expresar el problema con claridad, mirarlo de diferentes maneras y comprenderlo bien. Hemos podido expresar gráficamente las posibilidades (recta de balance) y las preferencias (curvas de indiferencia). También analíticamente, con la ecuación presupuestaria y la función de utilidad. Y, por supuesto, interpretar en términos económicos tanto las figuras como las expresiones matemáticas.
Esas herramientas nos han permitido resolver diferentes ejemplos (Peter, John, Mary...), obteniendo en cada caso la cesta óptima (o cesta demandada).
En este capítulo vamos a profundizar un poco más en el mismo problema. Está claro que las soluciones que hemos obtenido responden en cada caso a una situación concreta. ¿Qué pasa cuando algo cambia?
En nuestro modelo las preferencias son toda la información que necesitamos del consumidor. Puede decirse que para nosotros un consumidor 'es' unas preferencias. Ciertamente una persona real puede cambiar de gustos, pero en nuestro modelo eso sería lo mismo que cambiar de consumidor.
En cambio la renta y los precios de los bienes son datos, cuyo valor puede variar. Un consumidor que con cierta renta se enfrenta a unos precios demandará, como hemos visto, una cesta de bienes óptima. Pero si al mismo consumidor le damos o quitamos dinero, o si el precio de un bien cambia, el mismo consumidor se enfrentará a un nuevo problema, y seguramente la cesta demandada será diferente a la anterior.
Lo que vamos a hacer en este capítulo es precisamente eso. Nos preguntaremos por las posibles respuestas de los consumidores ante variaciones en los datos del problema que deben resolver.
Antes de entrar en detalle puedes ver, clicando en la figura, un ejemplo de cómo la cesta demandada por el consumidor responde a variaciones en renta y precios.